jueves, 21 de noviembre de 2013

La hiedra


















Mi alma está acechando
a las puertas de tu noche,
solo que mi deseo es la presa
y tu amor el dulce verdugo.
No pongo resistencia
a la condena de tus caricias,
pero no pidas clemencia
si echo raíces en tu pecho.

Trepan mis anhelos
como la hiedra
y el verde de sus hojas
es un tatuaje sobre tu piel.
Abrazo las victorias
como una rendición
y haces tuyos mis sueños
con sus días inciertos,
esos que unen nuestra sabia
con el rumor de un beso.

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